miércoles, 18 de marzo de 2015

Fernando Botero: El Circo


Por: Juan Emmanuel Zuluaga Salazar
 
 
 

El maestro Fernando Botero acude al tema de ‘El circo’ como la alternativa de cambiar su panorama tras las obras de Abu Ghraib y el viacrucis, viendo en ‘El Circo’ la oportunidad de plasmar los colores a su antojo, puesto que, según sus propias palabras “los colores del circo son especiales. Uno puede pintar colores tan salvajes como quiera y siempre van a ser lógicos”. Así pues, nos topamos con una obra que consta de 32 olios y 20 dibujos que muestran la inspiración del maestro y el colorido que da tanta vida a esta obra.
Las pinturas, localizadas actualmente en el Museo de Antioquia, son un retrato de la vida circense, que inspiró al maestro Botero cuando apenas tenía seis años, en los 30’s, cuando visitó el circo Atayde Hermanos que estaba de visita en la ciudad de Medellín. El maestro tuvo una gran atracción por la forma de vida de estos personajes que tantas sonrisas sacan en sus funciones, pero que al acabarlas, retoman su realidad y su rumbo, cambiante siempre de un lugar a otro. Botero se inspiró en la sencillez de los personajes circenses, de su vida precaria y nómada, la vida detrás del telón que muestra la realidad de sus miembros.
El circo nos muestra la vida de los personajes en su obra, pero también su vida después de la función. Botero plasma en esta exposición, llena de color, la vida de los miembros de la familia circense, que en ocasiones ríen para no llorar, que olvidan sus dificultades para hacer reír a otros, que ocultan su verdad para salir al show que, al final, les recompensa con las carcajadas, aplausos y emociones que su público refleja. Los miembros de esta familia circense, retratados por Botero, pueden ser, quizás, un reflejo de nuestra patria Colombiana, en donde nuestra gente vive tan feliz con tan poco, en donde las personas son caracterizadas por su pujanza y busca de oportunidades o donde, incluso, las personas se desplazan de un lugar a otro, y otro, por cuestiones de muchas índoles, entre ellas la laboral, como los personajes del circo, personas nómadas en busca de sonrisas y aplausos, que constantemente buscan una nueva manera de divertir, de dibujar sonrisas y crear momentos para la posteridad. En lo personal, y conociendo mi posición como un desconocedor del arte, la obra de Botero me gustó mucho, pues el maestro plasma las distintas facetas de unas personas que marcan la vida, de personas que crean momentos inolvidables, de experiencias maravillosas, sonrisas y asombro; Botero cuida mucho de los detalles de las personas del circo, dotándolos de una voluptuosidad ya conocida en sus obras y de un alma en cada cuadro, representando en cada uno de ellos un fragmento de la vida circense, desde la función encima del triciclo, presentando a los animales y su show, la invitación al circo mismo, hasta el detrás del bambalinas donde vemos el verdadero vivir de los personajes, en una vida desprendida de cualquier tipo de cosas, empezando por un territorio, pues, al ser nómadas no tienen lugar fijo, cambian constantemente de un lugar a otro presentando su espectáculo. El circo, entonces, representa la alegría y la tristeza, lo bello y no tanto, el show y la realidad de la forma de vivir de un grupo de personas que, como al maestro, marcaron algún momento de nuestra infancia, dándonos alegrías y asombro a cambio de sonrisas y aplausos.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Juan Emmanuel Zuluaga Salazar
 
T.I: 97030820820
Historia del Siglo XX
 


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