jueves, 19 de marzo de 2015

El circo

El circo

Por: David Henao Salazar-1039461179
Historia del siglo XX

Botero sigue fiel a su pintura, no hay nada nuevo. La presente exposición es la reiteración de lo que ya Botero tiene acostumbrado a su público; un dibujo de mucha exquisitez, un color de paleta lavada, es decir todos los colores de sus pinturas están entonados con el blanco; lo cual lo hace más fiel a la tradición del Renacimiento Florentino, como siempre la composición de sus figuras obedece a un plano cartesiano (piso, fondo y forma), el espacio logra un gran equilibrio y armonía. En este sentido la exposición “El circo”  no brinda ninguna novedad formal en la representación que Botero hace de su mundo.

Botero no es un pintor es un dibujante. "El circo" es una exposición de pintura donde el dibujo como línea y arquitectura de la representación tiene mayor relevancia que el color dado que el segundo tiene la función secundaria de “rellenar” la forma limitándose a sus contornos. Esto se comporta diferente en los pintores de tradición del Renacimiento veneciana donde el color es protagonista y la forma esta subyugada a él.

La importancia de los recuerdos de su infancia en su exposición en "El circo". La infancia constituye la construcción de experiencias emocionales más importantes no solo de las personas en general sino también de los artistas en particular, el caso de Botero no es la excepción, Medellín con todo lo que significa su infancia y juventud marcan las temáticas en la obra de este artista que a pesar de haber tenido un desarrollo de su vida profesional en todo el mundo su ciudad natal siempre esta presente.

Se destaca en la obra “La trapecista” una composición Manierista casi simbólica en el exagerado tamaño y contraste entre el primer plano de la trapecista con respecto al segundo plano del señor que mira, lo cual no es nuevo en la obra de Botero, pero si demuestra una hipervaloración del autor por la labor de la trapecista. 

Finalmente, la exposición “El circo” muestra la manera cándida y casi ingenua de mostrar el mundo, a lo cual Botero ya tiene acostumbrado su público, dado que la representación de los tamaños demasiado contrastados entre las formas obedece más a una representación sicológica y valorativa del autor que aúna representación visual y objetiva de la realidad. Tal y como lo hacen los niños.




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