viernes, 20 de marzo de 2015


EL CIRCO, PINTURAS Y DIBUJOS

María Camila Zapata Durango - 1037635713



El circo es una obra creada por el gran artista Fernando Botero, inspirada en el Circo Atayde en México. Luego de visitar este circo, Botero se remitió a sus años de infancia en los cuales disfrutaba de estos espectáculos, entabló conversaciones con los artistas del colorido lugar y se emocionó con la atmósfera que emanaba el lugar, ya decía el maestro en una conferencia realizada en Manhattan “era un circo pobre. Fui al espectáculo, visité su trastienda, hablé con la gente y me entusiasmé con la atmosfera del lugar, los colores”. Tal visita se convirtió entonces en la musa de inspiración para tan majestuosa obra, y con majestuosa se destaca el aspecto contundente de los colores en los cuadros, los movimientos ligeros de cuerpos tan pesados y los rostros completamente inexpresivos como si se hubieran pasmado en el tiempo.

Este reconocido artista a nivel internacional se ha destacado por pintar cuerpos de humanos, animales y objetos inanimados de una forma diferente; el volumen de sus obras lo ha hecho merecedor de reconocimiento y admiración. Ha transgredido los estereotipos existentes y en su lugar ha establecido unas formas con volúmenes exorbitantes, rostros con miradas desdibujadas e impenetrables. Adicionalmente se ha destacado por hacer una crítica a la injusticia en sus obras resaltando la realidad histórica y social.


Pese a lo anteriormente dicho, en su obra El Circo se recrean escenarios vivos impregnados de colores y texturas, y personajes con actos característicos de estos lugares, se resalta entonces la esencia del circo y con ella aquellos personajes exóticos como enanos, micos, elefantes, malabaristas, entre otros. Por otro lado al mirar el rostro de las personas en el circo, hay cierto aire irónico y satírico, pues no reflejan alegría, emoción o entusiasmo, no reflejan sentimientos, son rostros estáticos, que aunque son inexpresivos al contrastarlos con tan colorido escenario parecen más bien aburridos y cansados; y en cierta forma es también una realidad de los circos, pues aunque son sitios para reír y festejar están protagonizados por seres humanos que también lloran, sueñan, extrañan, sufren, están de mal humor y se cargan de emociones explosivas, pero que a la hora del espectáculo deben quedarse tras el telón para dar un buen show; es como si estos personajes mostraran la realidad tras el aparente jolgorio de tan aventurados artistas, que ante los reflejos de las luces muestran otro ser diferente al del que habita en el interior, y es que esto puede verse en la cara de los payasos en la obra, donde las sonrisas son dibujadas con finas pinturas mientras el rostro no tiene emoción. Es contradictorio entonces ver un circo donde los protagonistas lo único que tienen de este entorno son los trajes coloridos y el maquillaje definido.

    
Por otro lado, aunque Botero rompe con los esquemas de belleza en esta obra se observa unas pieles muy tersas y tonificadas pese al volumen de los cuerpos. El exceso de carne no pareciera afectarse por la gravedad y esto produce una sensación de asombro pues es irónico ver como semejante peso no se desborda entre los vestidos. Una de los cuadros que llama la atención por esto es el de una mujer con su torso desnudo sobre un caballo, donde posa de forma sensual con unas curvas tan definidas y estáticas que parecieran estar moldeadas por algún elemento rígido para que no caigan o se desplomen con la gravedad; en este cuadro se observan unos senos perfectamente parados a pesar de tener una posición acostada, los cual es muy diferente a la realidad donde hasta el cuerpo más delgado al acostarse se deforma hacia los costados. Otro aspecto bastante irreverente es ver como cuerpos tan pesados realizan actividades en las que la gravedad no es el mejor amigo, tales como la cuerda floja, montarse en un monociclo, pararse de manos o incluso estar en el trapecio. 




Las personas del circo son como una gran familia que van de un lado a otro divirtiendo a otros con sus habilidades, rarezas y defectos. En esta obra Botero también muestra este elemento tan característico en sus cuadros “La familia”, y se muestra la cotidianidad de la misma en la casa nada más que ahora la casa es rodante, es una serie de trairles que viajan a través de muchas ciudades cargando experiencias, sentimientos, paisajes y nuevos conocidos, ahora la casa se toma un espacio libre donde el patio y el corredor de juegos es la calle; en este cuadro Botero muestra a los cirqueros como personas normales que hacen labores de aseo como lavar la ropa y colgarla y niños que juegan y se divierten, pero que su vez no son familias convencionales, son familias nómadas. Así lo expresaba el maestro en la conferencia en Manhattan antes mencionada, “los colores del circo son especiales. Uno puede pintar colores tan salvajes como quiera que siempre van a ser lógicos. Además está la poesía de esta gente nómada que vive en trailers".


En esta obra se muestran personas tan inexpresivas que pareciera tener más alma y emoción un animal, tal como aparece en el cuadro de domador de leones donde los animales tienen rostros cargados de furia y adrenalina, mientras el domador está allí en medio quieto y con la mirada perdida en otro punto, como si no tuviera miedo, como si fuera un personaje embalsamado o que tal vez quisiese ocultar su personalidad. Ese aspecto de la mirada en otro foco también causa curiosidad pues no se alcanza a intuir que es lo que ve dado la inexpresividad en su rostro. Adicionalmente, vuelve a verse la cara de un payaso con la sonrisa dibujada pues su rostro sólo no evoca dicho sentimiento.


Las obras de Botero son especiales, son únicas cualquier persona que las ve distingue su autor y esto es algo de admirar, pues son muy pocos los artistas que logran implantar una sello casi como una marca reconocida, tal como lo expresa la historiadora Itzel Vargas: “Lo que más admiro del maestro Fernando Botero es que es un artista que no importa dónde lovean, es 100 por ciento reconocible, le llega a la gente y nadie tiene que explicar nada”.

Otro aspecto maravilloso de estas obras es que se prestan para tantas interpretaciones como imaginación se tenga pues las emociones y situaciones de los personajes las pone el espectador. Es una obra bastante colorida y llamativa, pero a la vez contradictoria ante los rostros insensibles, casi indiferentes al espacio en que se encuentran.


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