La justicia transicional se
refiere a aquellos procesos de transición de una dictadura a una democracia o
de un conflicto armado a la paz, en los que es necesario equilibrar las
exigencias jurídicas (garantía de los derechos de las víctimas a la verdad,
justicia, reparación y garantía de no repetición) y las exigencias políticas
(la necesidad de paz) que requieren dichas transiciones.[1] Dentro
de esto encontramos las ‘comisiones de verdad’ que sirven como grupos
mediadores entre víctimas y victimarios, exponiendo las versiones de las partes
y buscando un acuerdo o conclusión acerca de los debates planteados.
Las conversaciones de La Habana
entre el Gobierno Colombiano y la Guerrilla de las FARC, que iniciaron en 2012,
son un claro ejemplo de ‘Justicia Transicional’, pues existen comisiones de la
verdad en las cuáles se busca narrar los hechos por parte de las víctimas del
conflicto armado que tanto nos ha marcado, pero ¿vale la pena traer a la
memoria esos sucesos? En Colombia el conflicto armado ha dejado miles de
víctimas y sus familiares, algunos con sed de venganza, piden que los autores
de tantos daños paguen por lo que han hecho, pero, por el contrario, en los
diálogos de La Habana los comandantes guerrilleros están saliendo cada vez más
librados de culpas para poder negociar la paz de un país que sufre las
consecuencias del conflicto.
Las víctimas, al recordar todo lo
sucedido en la guerra y cómo perdieron a sus seres queridos se llenan de más rencor;
y es que recordar algo tan fuerte como la pérdida de una persona inocente no es
algo sencillo, es algo que te llena de impotencia, de sed de venganza, de
querer que el culpable sufra lo máximo posible, contrariando el objetivo del
proceso de paz, que busca el convenio con el grupo guerrillero que tanto daño
ha hecho al país. Las comisiones de verdad en el proceso de paz Colombiano han
maquillado muchos de los crímenes cometidos por las FARC, muchas personas han
cambiado su testimonio y otras tantas no han podido contar su versión de los
hechos.
En la serie ‘Black mirror’ fuimos
testigos del sufrimiento de Liam, un hombre que tras la sospecha de una
infidelidad de su esposa, comenzó a escarbar en momentos del pasado con la
firme intención de descubrir la verdad. Liam fue víctima de un engaño que
derrumbó todo lo que tenía contemplado en su vida, pues, gracias al ‘grano’
(instrumento implantado en su cuerpo que le permitía almacenar su día a día y,
a su vez, eliminar cualquier momento de su memoria) se enteró de la infidelidad
que su esposa le jugó con otro hombre que, además, podría ser el padre de su
hijo. Liam, tras buscar en los recuerdos
tanto suyos, como de su esposa, cambió el paradigma de su vida; para Liam todos
esos recuerdos fueron nefastos, le destruyeron la vida, se enteró de una verdad
tan cruel que optó por arrancar el grano de su cuerpo; al hacer esto, Liam
borró todos los recuerdos que tenía almacenados, prefirió olvidar todo lo
sucedido y, en adelante, no recordar más los eventos que le sucedieran, optando
por vivir el presente sin pensar en el pasado.
Podemos hacer una analogía con el
caso colombiano de justicia transicional, y es que ambos casos nos invitan a
preguntarnos si vale la pena recordar, si vale la pena traer a la memoria los
momentos que marcaron negativamente nuestra vida, y es que todos estos momentos
fueron decisivos en nuestro actuar, como Liam que tomó una decisión tan radical
como eliminar todos sus recuerdos y comenzar de nuevo su vida, por parte del
caso colombiano nos podemos hacer preguntas como ¿vale la pena recordar la
masacre y miseria?, este tipo de preguntas nos podrían generar mucho más odio y
ganas de venganza y, como Liam, a destruir del todo nuestra vida con recuerdos
nefastos. Al comparar el caso de las FARC con el de Black Mirror, podríamos
concluir que en ocasiones el perdón es la mejor manera de solucionar
conflictos, que el hecho de olvidar a veces es necesario para poder reconstruir
relaciones, para poder reconstruir una patria. El perdón y el olvido de los ‘pecados’
sirve como ventana para la constitución de paz; si el pueblo colombiano
comienza a escarbar los hechos del pasado se encuentra con una realidad que nos
plantea venganza ante todos los crímenes cometidos, pero si en realidad lo que
se quiere es la construcción de una paz en el país, necesitamos olvidar todo lo
sucedido, perdonar las culpas como medio de solución de paz; y es que podemos
tomar como ejemplo el caso de Liam, que perdió toda su vida en medio de los
recuerdos, no solo suyos, sino también de su esposa y el amante de esta, que
derrumbaron todo lo que él tenía establecido en su vida, llevándolo a abandonar
el barco de los granos y optando por ‘no recordar nada’ para poder así llevar,
quizás, una vida más tranquila, sin memorias del pasado.
Pero, a su vez, podríamos
plantearnos un interrogante como ¿Qué pasará cuando acabe la guerra?, ¿Cómo
será el posconflicto?, y es que no sabemos cómo sería la vida de los
reinsertados en nuestra sociedad, que, nos guste o no, siempre va a estar
resentida por la guerra, por el conflicto interno más largo del mundo. No
sabemos cómo puede ser la vida después de la guerra, la vida en el país del
olvido, donde, de repente, podríamos ser víctimas de un nuevo conflicto o, sin
más, podríamos gozar del milagro de una paz duradera, no lo sabemos. Liam, en
su caso, no sabe con certeza qué será de su vida luego de derrumbar todo lo que
tenía establecido, después de salir del grano y dejar de recordar todo lo que
le dio sentido a su vida, Liam optó por dar el paso al costado en su sociedad y
regresar a la era sin grano, elemento que definitivamente cambió su vida para
siempre. Nuestra sociedad puede , también, ‘salir del grano’, echar a un lado
los recuerdos y olvidar, sin más, qué le ocasionó tanto daño al país, qué y
quién lo destruyó, recordar quién hace que nuestros recuerdos sean tan amargos
como reales, llenos de sangre, muerte y destrucción; nuestra sociedad puede
dejar de recordar y perdonar, para la paz.
JUAN EMMANUEL ZULUAGA SALAZAR
T.I: 97030820820
Historia del Siglo XX
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