Por: Juan Emmanuel Zuluaga Salazar
El maestro Fernando Botero acude
al tema de ‘El circo’ como la
alternativa de cambiar su panorama tras las obras de Abu Ghraib y el viacrucis,
viendo en ‘El Circo’ la oportunidad
de plasmar los colores a su antojo, puesto que, según sus propias palabras “los
colores del circo son especiales. Uno puede pintar colores tan salvajes como
quiera y siempre van a ser lógicos”. Así pues, nos topamos con una obra que
consta de 32 olios y 20 dibujos que muestran la inspiración del maestro y el
colorido que da tanta vida a esta obra.
Las pinturas, localizadas
actualmente en el Museo de Antioquia, son un retrato de la vida circense, que
inspiró al maestro Botero cuando apenas tenía seis años, en los 30’s, cuando
visitó el circo Atayde Hermanos que
estaba de visita en la ciudad de Medellín. El maestro tuvo una gran atracción
por la forma de vida de estos personajes que tantas sonrisas sacan en sus
funciones, pero que al acabarlas, retoman su realidad y su rumbo, cambiante
siempre de un lugar a otro. Botero se inspiró en la sencillez de los personajes
circenses, de su vida precaria y nómada, la vida detrás del telón que muestra
la realidad de sus miembros.
El
circo nos muestra la vida de los personajes en su obra, pero también su vida
después de la función. Botero plasma en esta exposición, llena de color, la
vida de los miembros de la familia circense, que en ocasiones ríen para no
llorar, que olvidan sus dificultades para hacer reír a otros, que ocultan su
verdad para salir al show que, al final, les recompensa con las carcajadas,
aplausos y emociones que su público refleja. Los miembros de esta familia
circense, retratados por Botero, pueden ser, quizás, un reflejo de nuestra
patria Colombiana, en donde nuestra gente vive tan feliz con tan poco, en donde
las personas son caracterizadas por su pujanza y busca de oportunidades o
donde, incluso, las personas se desplazan de un lugar a otro, y otro, por
cuestiones de muchas índoles, entre ellas la laboral, como los personajes del
circo, personas nómadas en busca de sonrisas y aplausos, que constantemente
buscan una nueva manera de divertir, de dibujar sonrisas y crear momentos para
la posteridad. En lo personal, y conociendo mi posición como un desconocedor
del arte, la obra de Botero me gustó mucho, pues el maestro plasma las
distintas facetas de unas personas que marcan la vida, de personas que crean
momentos inolvidables, de experiencias maravillosas, sonrisas y asombro; Botero
cuida mucho de los detalles de las personas del circo, dotándolos de una voluptuosidad
ya conocida en sus obras y de un alma en cada cuadro, representando en cada uno
de ellos un fragmento de la vida circense, desde la función encima del
triciclo, presentando a los animales y su show, la invitación al circo mismo,
hasta el detrás del bambalinas donde vemos el verdadero vivir de los
personajes, en una vida desprendida de cualquier tipo de cosas, empezando por
un territorio, pues, al ser nómadas no tienen lugar fijo, cambian
constantemente de un lugar a otro presentando su espectáculo. El circo,
entonces, representa la alegría y la tristeza, lo bello y no tanto, el show y
la realidad de la forma de vivir de un grupo de personas que, como al maestro,
marcaron algún momento de nuestra infancia, dándonos alegrías y asombro a
cambio de sonrisas y aplausos.
Juan Emmanuel Zuluaga Salazar
T.I: 97030820820
Historia del Siglo XX
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