EL CIRCO, PINTURAS Y DIBUJOS
Ana María Pino Restrepo
Antes de entrar a abordar aspectos relacionados con la
más reciente obra presentada por el maestro Fernando Botero, la cual recibió con
especial alegría el Museo de Antioquia como inicio de las exposiciones del
2015, es de gran importancia dar una mirada a la pintura en general de este
artista, con el fin de entender el mensaje o intensión que se pretendía transmitir
a través de ésta obra.
Según Alberto Sierra, uno de los
curadores de arte más importantes de Colombia, quien ha trabajado en el Museo
de Antioquia, el Museo de Arte Moderno de Medellín, la Colección de Arte de
Suramericana de Seguros, y ayudó al artista antioqueño con el montaje de su
colección en Medellín en el año 2000, “Botero
tiene una visión extremadamente particular. Existe un mundo creado por él. Uno
mira una pintura y sabe que es de él”. Puede decirse que las palabras “visión extremadamente particular” hacen
referencia a su estilo personal, donde una de las características más fácilmente
detectables tiene que ver con el agradamiento o la deformación de los volúmenes,
la cual ha traído consigo la admiración del público y reconocimiento a nivel
internacional.
“…Aros de fuego, látigos que restallan,
órdenes que estremecen y que conceden el milagro de esta serie plástica. Lo que
era movimiento, agitación, peligro, intensidad in crescendo, ahora queda, en el
óleo sobre tela, en el lápiz sobre el papel, como el momento inmovilizado para
siempre con que los trapecistas vuelan por el aire, detenidos sin caer, o los
contorsionistas y equilibristas suspenden la ley de gravedad (…) Volúmenes
desbordados y rotundos dueños de una gracia tierna, una inverosímil capacidad
de levitar, sobre la cabeza del compañero o en la grupa del potro a galope
tendido, en ese redondel mágico y que ahora cruzan por nuestra mirada de
asombro”. Estas palabras fueron publicadas por Juan Gustavo Cobo Borda, en
base a la conjunción entre tema y forma que resalto de manera sensible en los
32 óleos y 20 dibujos presentes en la exposición del “El circo”.
En
esta obra, se resaltan 3 aspectos de gran importancia. El primero, aunque fue
mencionado anteriormente es necesario retomarlo, para verlo más claramente. El volumen en las obras de Botero es siempre el tema principal, pues todo
el mundo lo relaciona con simples pinturas de gente gorda, pero en realidad sus
figuras no tienen las características de un cuerpo gordo como la flaccidez de
la carne; éstas más bien reflejan formas esféricas, cuerpos inflados y con piel
tersa, tal y como lo escribió Carlos Fuentes en su texto de introducción de mujeres, “Las figuras de Botero no son
’gordas’. Son ‘espacio’. No son glotonas de dulces y pasteles. Tienen hambre de espacio”. En la imagen se
puede observar lo anteriormente mencionado, resaltado principalmente por la perfección
de sus senos (desafían la gravedad), su tonificación muscular, el hecho de ver
a una mujer de tan grande contextura y que ésta conserve una silueta en la
parte de la cintura. Estos aspectos hacen que las obras de boteros se
diferencien de dibujos de gente gorda.
Por otro lado y no menos importante, se encuentra la perspectiva como un
segundo aspecto a analizar, pues como explica Carlos Arturo Fernández, “En buena medida la pintura es la continuidad
del espacio. Un cuadro se pinta como si
fuera una ventana, una prolongación del espacio del observador que va
hacia el fondo del cuadro se aleja” y
es exactamente esto lo que hace percibir Botero en su obra, enfatizando en una
perspectiva en el primer plano, lo cual da la sensación de que los personajes
de cada pintura se encuentran muy cerca de nosotros, sin embargo el plano que
queda detrás, es un espacio de poca atención, donde no recae el sentido de la
imagen.
Finalmente, el tercer aspecto a analizar, hace
referencia al tema, “El circo”.
“El olor de circo es un hedor ligero que se
eleva bajo la cúpula de cristales, irisa los focos de luz, pone una aureola alrededor
de las piruetas de los acróbatas y cae de nuevo, ayudando poderosamente a
florecer a los payasos multicolores”.
El circo es el legado dejado por algunas de
las civilizaciones más antiguas, es uno de los recuerdos que cada uno conserva
de su infancia, cuando en compañía de los padres se disfrutaba de las
luces, los confites, los chistes, los
animales y todo el espectáculo que este traiga consigo, en esa edad todo era
lindo, en las mentes solo quedaba lo que superficialmente veíamos, pero nunca entendíamos
lo que pasaba detrás de las caras pintadas y maquilladas de los personajes de este.
En la obra de botero, en cada uno de sus óleos y sus dibujos se aprecia como
estos personajes tiene una expresión muy neutra en su cara, no dicen nada, no
demuestran nada, no es posible descifrar sus sentimientos, excepto los papayos,
estos tienen una expresión triste detrás de una gran sonrisa que está pintada
en sus rostros; la vida de circo no es una vida feliz como la que hacen sentir
a los espectadores, no es una vida de familia unida; por el contrario el circo
es una vida de inestabilidad, de monotonía.
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