Por: David Henao Salazar-1039461179
Historia del siglo XX
Historia del siglo XX
Botero
sigue fiel a su pintura, no hay nada nuevo. La presente exposición es la
reiteración de lo que ya Botero tiene acostumbrado a su público; un dibujo de
mucha exquisitez, un color de paleta lavada, es decir todos los colores de sus
pinturas están entonados con el blanco; lo cual lo hace más fiel a la tradición
del Renacimiento Florentino, como siempre la composición de sus figuras obedece
a un plano cartesiano (piso, fondo y forma), el espacio logra un gran
equilibrio y armonía. En este sentido la exposición “El circo” no brinda ninguna novedad formal en la
representación que Botero hace de su mundo.
Botero
no es un pintor es un dibujante. "El circo" es una exposición de pintura donde el
dibujo como línea y arquitectura de la representación tiene mayor relevancia
que el color dado que el segundo tiene la función secundaria de “rellenar” la
forma limitándose a sus contornos. Esto se comporta diferente en los pintores
de tradición del Renacimiento veneciana donde el color es protagonista y la
forma esta subyugada a él.
La
importancia de los recuerdos de su infancia en su exposición en "El circo". La
infancia constituye la construcción de experiencias emocionales más importantes
no solo de las personas en general sino también de los artistas en particular,
el caso de Botero no es la excepción, Medellín con todo lo que significa su
infancia y juventud marcan las temáticas en la obra de este artista que a pesar
de haber tenido un desarrollo de su vida profesional en todo el mundo su ciudad
natal siempre esta presente.
Se
destaca en la obra “La trapecista” una composición Manierista casi simbólica en
el exagerado tamaño y contraste entre el primer plano de la trapecista con
respecto al segundo plano del señor que mira, lo cual no es nuevo en la obra de
Botero, pero si demuestra una hipervaloración del autor por la labor de la
trapecista.
Finalmente,
la exposición “El circo” muestra la manera cándida y casi ingenua de mostrar el
mundo, a lo cual Botero ya tiene acostumbrado su público, dado que la
representación de los tamaños demasiado contrastados entre las formas obedece
más a una representación sicológica y valorativa del autor que aúna
representación visual y objetiva de la realidad. Tal y como lo hacen los niños.
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