Santiago Reyes Sánchez C.C1017199943
Botero evoca una
inolvidable experiencia de su niñez en una amplia gama de representaciones
circenses interpretadas por sus irrefutables gordos, en esta exposición los
colores vivos y primarios toman un protagonismo evidente formando en conjunto
un paisaje bastante vivido y pintoresco. Las detalladas descripciones de los
oficios ayudan también a nutrir el panorama de los personajes más
característicos del circo, animales salvajes, trajes de gala y trusas ajustadas
fortalecen en el espectador el evidente imaginario del entretenimiento
circense. Junto a esto una considerable cantidad de Pierrots con la mirada
extraviada le sirven de acento a la
colorida sala, mientras que unos ambientan con una insonora melodía, otros
simplemente posan cuan estatuas entre las acciones de sus colegas artísticos.
Es entonces la obra
de Botero una propuesta ligera y alegre que contrasta con sus obras anteriores
y casualmente con el ambiente del centro de la ciudad, una interesante
propuesta con intenciones un poco didácticas (como la inauguración y los
recortes/disfraces para que los visitantes se fotografíen), y que a su vez
generan en el público aires, más que artísticos, de entretenimiento, y esto
como propuesta cultural en una olvidada escena local, funciona perfectamente
Reiterando en el abandono del belicismo tan latente en el
maestro Fernando Botero, la concepción de una exposición retratada por sus tan alabados y polemizados “gordos” presente a su vez una nueva
temática artística y un momentáneo (?) respiro en sus concepciones
estéticas abordando temáticas más digeribles y agradables en un público general. A pesar de la imagen de perezoso y facilista que sus detractores pretenden promulgar, Fernando Botero ha encontrado un estilo y le ha sido fiel a este, por ello el aclamado artista plástico, por lo visto, continuara adornando sus mundos con gordos y gordas.
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